Se aproxima la fecha feliz de las fiestas de fin de año, y la carne sube de precio hasta las nubes de la desazón popular. El kilo del asado desvela a una población que comienza a pensar con el bolsillo, y se expresa poéticamente. Para tocar con guitarra destemplada:
Yo vivía en el campo muy contento,
caminaba, caminaba sin cesar.
Cada tanto me comía un churrasquito,
y pensaba que jamás me iba a faltar.
Pero un día vino el circo hasta mi campo,
(Y ella hablaba, hablaba sin parar)
El churrasco pasó a ser una utopía,
una meta imposible de alcanzar.
Consolate, me dijo un hombre viejo,
sumate al circo, aprendé a votar.
Yo buscaba vacío, unas costillas,
un bife, una ilusión súper star.
Más no dejaron nada: todo era caro,
una cosa imposible de comprar.
Hoy camino por el bosque muy tranquilo.
Como hierbas, raíz, algún algodonal.
Soy argentino, pero vegetariano,
y anhelo milanesas de verdad.
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