China: ¿socio estratégico o verdugo para Brasil? - Piedra OnLine

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viernes, 26 de noviembre de 2010

China: ¿socio estratégico o verdugo para Brasil?


Tres lustros después de la firma del acuerdo bilateral de asociación estratégica, China es el país de moda en Brasil, y se prepara para desplazar a socios tradicionales como el principal inversionista externo en el gigante sudamericano.

Según el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Brasil-China, Charles Tang, el gigante asiático podría convertirse en el 2010 en la principal fuente de inversiones externas directas en Brasil, ya que los anuncios de negocios sumarán hasta diciembre unos 25.000 millones de dólares.

El país asiático es además el mayor mercado para la soja y el mineral de hierro de Brasil y es el gran cliente del gigante de minería Vale. La insaciable demanda china por commodities ha sido en los últimos años uno de los factores que le han permitido a Brasil superar sin graves traumas la crisis financiera internacional del 2008.

Sin embargo, el creciente apetito chino empieza a generar preocupaciones en Brasil, especialmente en lo que se refiere a las compras de tierras en áreas de cultivo de soja, que generan desconfianzas en el sector privado y en el mismo gobierno. "Hay una especulación muy grande con tierras por parte de China, Japón y hasta EE. UU. Hay muchos países que desean comprar (tierras) en Brasil, en Latinoamérica, en África y esto nos preocupa a todos", afirma el ministro brasileño de Desarrollo Agrario, Guilherme Cassel, quien opinó que esas operaciones amenazan "la seguridad alimentaria" de los países.

"Para un país, tener garantías sobre su territorio es asunto de seguridad nacional, de soberanía, y es además un tema de seguridad alimentaria (...) Tenemos un territorio muy amplio, muy rico y tenemos que tener control sobre él", agrega el ministro.

La creciente presencia del capital chino en el campo de Brasil también preocupa al presidente de la Confederación Nacional de la Industria (CNI), Robson Andrade, quien opina que el fenómeno puede representar una amenaza para las fábricas de alimentos del país.

"Los chinos ¿quieren comprar tierras acá para cultivar soja y fabricar el aceite en el país o para exportar soja, producir el aceite en China y volver a exportarlo a Brasil? Las inversiones chinas son bienvenidas, pero siempre y cuando compitan en igualdad de condiciones con nosotros", afirma.

Las inversiones de China en Brasil no se limitaron a la compra de tierras, sino que también alcanzaron los sectores de minería y petróleo.

El país asiático adquirió recientemente dos empresas del sector de minería –Itaminas, comprada por 1.200 millones de dólares, y Sul América Metais, comprada por 390 millones de dólares–, y también invirtió 400 millones de dólares para ingresar como socio minoritario en la empresa MMX, del magnate Eike Batista.

En el rubro de petróleo, la estatal china Sinochem adquirió en mayo último un 40 por ciento de un yacimiento controlado por la empresa noruega Statoil, y en octubre aportó 7.100 millones de dólares a la española Repsol para sus operaciones en Brasil.

El acercamiento entre Brasil y China se inició en 1993, cuando el entonces presidente Jiang Zemin, durante una visita a Brasilia, anunció el establecimiento de una asociación estratégica entre los dos países. Dos años más tarde, el entonces presidente brasileño Fernando Henrique Cardoso viajó a Pekín y anunció el apoyo de Brasil al ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Al terminar el siglo pasado, China ya se había convertido en el principal socio de Brasil en Asia, y en el 2004 el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva dio un paso importante para estrechar aún más las relaciones con Pekín, al firmar un documento que reconocía a China el estatus de economía de mercado.

Salvo por una medida dictada en agosto que elevó las restricciones a la compra de tierras por parte de extranjeros, el gobierno de Lula da Silva se abstuvo de dictar medidas drásticas para restringir la presencia de capitales del país asiático en Brasil.

Sin embargo muchos analistas opinan que la presidenta electa Dilma Rousseff, quien sucederá a Lula da Silva a partir de enero próximo, no podrá eludir las presiones por medidas de protección a los sectores económicos que se sienten amenazados por la competencia de productos del país asiático.

Presiones fuertes en este sentido se originan en las filas de la poderosa Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), que denuncia que la competencia de los productos chinos obligó a muchos fabricantes de componentes a abandonar sus negocios.

"Brasil está enfrentando un proceso de desindustrialización. Ya hemos detectado situaciones dramáticas de empresarios que, por falta de opción, cierran su fábrica en Brasil, pasan a producir en China y actúan en Brasil como distribuidores. Esto ocurre en fábricas de autopartes y textiles de São Paulo, en las plantas de calzados de Novo Hamburgo (Río Grande do Sul) y Franca (São Paulo)", apunta el director económico de Fiesp, Roberto Gianetti da Fonseca.
DIANA RENÉE

DPA

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