Se trata de casi 100 mil explosivos que fueron sembrados durante el conflicto por el Canal de Beagle. Están en los límites con Salta, Jujuy, Santa Cruz y Tierra del Fuego a la vera de caminos transitados.
En Tierra del Fuego existen campos minados señalizados muy cercanos a zonas de paso de turistas. (Julio Gimenez)
Por ROBERTO AGUIRRE
Si bien las áreas minadas están señalizadas, especialistas temen por los posibles accidentes. El Estado chileno no llegará al plazo de limpieza fijado para 2012.
Neuquén > Año 2005. Paraje Talabre, Chile, a 200 kilómetros del paso de Jama, ubicado a la altura de Jujuy. Leonardo Armella acompañaba a sus animales en el pastoreo. Estaba cansado. Quiso mover una piedra del suelo para buscar un lugar donde sentarse. La roca voló por el aire y sus manos estallaron. Como pudo, se envolvió con su campera y corrió hacia el pueblo más cercano. Llegó con el último aliento, casi desangrado y entre lágrimas. Perdió varios dedos.
Existen en Chile al menos 97 mil minas antipersona sembradas en épocas bélicas que aún no fueron retiradas. De ellas, la gran mayoría se encuentra en la frontera con Argentina, como una herencia siniestra del conflicto por el Canal de Beagle. Pese a estar en campos señalizados, un mínimo roce podrían terminar con otra tragedia como la de Armella. Unas 150 personas ya sufrieron el mismo destino en los últimos 30 años: varias de ellas están muertas y otras poseen en sus cuerpos las marcas de una herida de guerra en tiempos de paz.
La mayoría de los campos minados se ubica en la frontera norte, en el límite con Salta y Jujuy, y en el sur, a la altura de Tierra del Fuego y Santa Cruz. Están en zonas de permanente paso de turistas, a pocos metros de las rutas o caminos transitados. Así lo informó oficialmente el Estado chileno, aunque algunas ONG que trabajan en la materia temen que existan minas antipersona en otros lugares. Incluso, no descartan que pueda haber material bélico en la línea que separa Neuquén con el país trasandino (ver aparte).
Control
“Si bien las áreas de minas están delimitadas y señalizadas, nadie puede controlar la conducta de las personas: cualquiera puede ser afectado en cualquier momento”, explicó a La Mañana de Neuquén Elir Rojas, director de la organización Centro Zona Minada, que estudia el tema.
El especialista detalló que, además de los explosivos antipersona, existen variedades antitanques (más potentes) y munición activa (conocida como UXO) en las zonas fronterizas. El Estado chileno se comprometió a retirarlas en 2012, una obligación que estipula el Tratado Internacional de Ottawa (ver aparte). Sin embargo, no alcanzará a hacerlo dentro del plazo y deberá pedir una prórroga de otros 10 años. Se calcula que se necesitan entre 400 y 1.000 dólares para quitar y desactivar este tipo de explosivo. Su remoción implica el uso de sonares y requiere la presencia de varias personas especialmente entrenadas.
“El paso de Jama, por ejemplo, cruza por un campo minado. Se supone que está señalizado y con advertencias en varios idiomas, pero existe un problema: las minas se mueven en la arena debido a los procesos de cambio de temperatura, pese a estar enterradas”, advirtió Rojas. Una situación similar se da, según el especialista, en el paso San Sebastián en Tierra del Fuego.
98 gramos
Cada artefacto pesa sólo 98 gramos. El contacto con el mismo con una presión de 4 ó 5 kilos provoca una explosión que puede derivar en la muerte. En general las minas se ubican en grupo, por lo que el estallido de una puede activar el resto, causado un daño mayor.
Si bien el gobierno chileno asegura tener delimitadas las áreas donde se encuentran, también reconoce que existen 263 lugares sospechados de ser campos activos. “Hay un vacío de información. Nadie tiene la certeza de que no quede basura de conflictos anteriores”, remarcó.
Las minas en la frontera común datan de 1978, cuando Argentina y Chile estuvieron a punto de entrar en guerra por el Canal de Beagle. Los mapas donde se detallaba la colocación de estos artefactos fueron el secreto mejor custodiado por el gobierno de Augusto Pinochet, y continuaron en el ostracismo durante los gobiernos democráticos.
Peor es el caso de Argentina. Si bien la Cancillería sólo informa la presencia de minas antipersona en Malvinas, no hay registro de la presencia de UXO. Muchos de los documentos que revelaban las maniobras militares fueron destruidos durante la última dictadura.
Existen en el mundo 120 millones de minas antipersona que permanecen bajo tierra, como un peligro latente para millones de personas. Para quitarlas se necesitarán al menos 1.000 años, por lo complicado de las tareas. De las víctimas, en su mayoría civiles, el 90% viven bajo la línea de la pobreza.
En Tierra del Fuego existen campos minados señalizados muy cercanos a zonas de paso de turistas. (Julio Gimenez)
Por ROBERTO AGUIRRE
Si bien las áreas minadas están señalizadas, especialistas temen por los posibles accidentes. El Estado chileno no llegará al plazo de limpieza fijado para 2012.
Neuquén > Año 2005. Paraje Talabre, Chile, a 200 kilómetros del paso de Jama, ubicado a la altura de Jujuy. Leonardo Armella acompañaba a sus animales en el pastoreo. Estaba cansado. Quiso mover una piedra del suelo para buscar un lugar donde sentarse. La roca voló por el aire y sus manos estallaron. Como pudo, se envolvió con su campera y corrió hacia el pueblo más cercano. Llegó con el último aliento, casi desangrado y entre lágrimas. Perdió varios dedos.
Existen en Chile al menos 97 mil minas antipersona sembradas en épocas bélicas que aún no fueron retiradas. De ellas, la gran mayoría se encuentra en la frontera con Argentina, como una herencia siniestra del conflicto por el Canal de Beagle. Pese a estar en campos señalizados, un mínimo roce podrían terminar con otra tragedia como la de Armella. Unas 150 personas ya sufrieron el mismo destino en los últimos 30 años: varias de ellas están muertas y otras poseen en sus cuerpos las marcas de una herida de guerra en tiempos de paz.
La mayoría de los campos minados se ubica en la frontera norte, en el límite con Salta y Jujuy, y en el sur, a la altura de Tierra del Fuego y Santa Cruz. Están en zonas de permanente paso de turistas, a pocos metros de las rutas o caminos transitados. Así lo informó oficialmente el Estado chileno, aunque algunas ONG que trabajan en la materia temen que existan minas antipersona en otros lugares. Incluso, no descartan que pueda haber material bélico en la línea que separa Neuquén con el país trasandino (ver aparte).
Control
“Si bien las áreas de minas están delimitadas y señalizadas, nadie puede controlar la conducta de las personas: cualquiera puede ser afectado en cualquier momento”, explicó a La Mañana de Neuquén Elir Rojas, director de la organización Centro Zona Minada, que estudia el tema.
El especialista detalló que, además de los explosivos antipersona, existen variedades antitanques (más potentes) y munición activa (conocida como UXO) en las zonas fronterizas. El Estado chileno se comprometió a retirarlas en 2012, una obligación que estipula el Tratado Internacional de Ottawa (ver aparte). Sin embargo, no alcanzará a hacerlo dentro del plazo y deberá pedir una prórroga de otros 10 años. Se calcula que se necesitan entre 400 y 1.000 dólares para quitar y desactivar este tipo de explosivo. Su remoción implica el uso de sonares y requiere la presencia de varias personas especialmente entrenadas.
“El paso de Jama, por ejemplo, cruza por un campo minado. Se supone que está señalizado y con advertencias en varios idiomas, pero existe un problema: las minas se mueven en la arena debido a los procesos de cambio de temperatura, pese a estar enterradas”, advirtió Rojas. Una situación similar se da, según el especialista, en el paso San Sebastián en Tierra del Fuego.
98 gramos
Cada artefacto pesa sólo 98 gramos. El contacto con el mismo con una presión de 4 ó 5 kilos provoca una explosión que puede derivar en la muerte. En general las minas se ubican en grupo, por lo que el estallido de una puede activar el resto, causado un daño mayor.
Si bien el gobierno chileno asegura tener delimitadas las áreas donde se encuentran, también reconoce que existen 263 lugares sospechados de ser campos activos. “Hay un vacío de información. Nadie tiene la certeza de que no quede basura de conflictos anteriores”, remarcó.
Las minas en la frontera común datan de 1978, cuando Argentina y Chile estuvieron a punto de entrar en guerra por el Canal de Beagle. Los mapas donde se detallaba la colocación de estos artefactos fueron el secreto mejor custodiado por el gobierno de Augusto Pinochet, y continuaron en el ostracismo durante los gobiernos democráticos.
Peor es el caso de Argentina. Si bien la Cancillería sólo informa la presencia de minas antipersona en Malvinas, no hay registro de la presencia de UXO. Muchos de los documentos que revelaban las maniobras militares fueron destruidos durante la última dictadura.
Existen en el mundo 120 millones de minas antipersona que permanecen bajo tierra, como un peligro latente para millones de personas. Para quitarlas se necesitarán al menos 1.000 años, por lo complicado de las tareas. De las víctimas, en su mayoría civiles, el 90% viven bajo la línea de la pobreza.
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