El gobierno de Jorge Sapag enfrenta un momento cada vez más difícil, que no puede disimularse. Las consecuencias económicas del desastre originado por el volcán Puyehue comienzan a hacerse más evidentes. El gobierno nacional sigue lejos del problema. Y hasta hay desilusión con el gobierno chileno.
El efecto de la erupción del Puyehue cala más hondo de lo previsto inicialmente (foto archivo)
El gobierno neuquino está comenzando a sentir la presión, cada vez mayor, de la crítica situación originada por la erupción del volcán Puyehue, por lo que intenta redoblar esfuerzos y aportes económicos mientras la ayuda nacional no llega, o llega a cuentagotas.
No es un buen momento el de esta coyuntura, más allá de que se busque disimular y alentar las buenas noticias, como las provenientes del sector petrolero.
La situación de los productores agropecuarios de la zona centro es complicada, y la provincia no puede garantizar ayuda (de alimento para los animales, fundamentalmente) por más de tres meses. De hecho, ha tenido dificultades con los productores en Zapala, que habían rechazado un primer ofrecimiento. La mortandad de animales es alta, y los efectos perjudiciales sobre fauna y flora, todavía imposibles de estimar.
En Villa La Angostura, las máquinas retroexcavadoras y palas mecánicas (más de 20) no dan abasto para retirar la arena volcánica. La angustia se acrecienta ante la persistencia de la situación, pese a los esfuerzos de todos para reducir su impacto.
Los aeropuertos siguen cerrados, y el acceso por tierra a los centros turísticos se complica por la falta de combustibles. La temporada invernal turística sufrirá cuantiosas pérdidas, ya se da por hecho.
La gestión de Jorge Sapag siente la inmisericordia de la política. El gobierno de Cristina Fernández trata a Neuquén con una apacible indiferencia,sumergido en otras prioridades de la coyuntura, más electorales y por ende circunscriptas a la zona centro del país.
El gobernador está desilusionado más allá de las fronteras. Si hasta evaluaba enviar una nota al presidente de Chile, Sebastián Piñera, para hacer notar el desagrado ante la falta de ayuda solidaria para las localidades afectadas por las cenizas y arenilla volcánica, y la presión chilena para restablecer el tránsito pesado por el Paso Cardenal Samoré.
Sapag, aseguran, siente que Piñera no devolvió el gesto solidario neuquino, concretado cuando el terremoto que devastó al sur chileno. “Ni un gesto, ni una palabra para Neuquén”, se quejaron en estos días algunos funcionarios del gobierno provincial.
No es un buen momento. Tal vez recién ahora se está comenzando a percibir la magnitud del desastre natural de la erupción volcánica, y su efecto sobre la economía neuquina.
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