Una vez mƔs, la interna peronista se ha apoderado de todo el
escenario polĆtico nacional. A pocos les interesan las opiniones de los
dirigentes de las diversas fracciones opositoras porque de acuerdo comĆŗn
carecen de importancia, mientras que una palabra pronunciada
casualmente por un lĆder peronista, aun cuando sea cuestiĆ³n de un
personaje menor, puede desatar una polƩmica furibunda. No se trata
solamente de las declaraciones formales. Un encuentro fortuito, una
sonrisa o una mueca que presuntamente exprese desdƩn, incidirƔn mƔs en
la evoluciĆ³n del drama polĆtico que todos los esfuerzos del radicalismo o
de los comprometidos con el socialista Hermes Binner por plantear
alternativas al "proyecto" que se atribuye la presidenta Cristina
FernĆ”ndez de Kirchner. Acaso la Ćŗnica excepciĆ³n a esta regla deprimente
sea la supuesta por el jefe del gobierno porteƱo Mauricio Macri, aunque
Ʃl tambiƩn desempeƱa un papel, por ahora marginal, en la interna del
ubicuo movimiento peronista.(CLick en el tĆtulo)
Cristina, lo mismo que Carlos Menem en la primera fase de su
gestiĆ³n como presidente, quisiera ver reemplazado el peronismo por un
movimiento propio, de ahĆ sus intentos de colonizar todos los "espacios
de poder" con militantes de La CƔmpora, expulsando de ellos a veteranos
del Partido Justicialista, comenzando, desde luego, con los vinculados
con el lĆder camionero Hugo Moyano. Entre tales "espacios" estĆ” el
ocupado por el gobernador bonaerense Daniel Scioli, blanco de una
campaƱa de hostigamiento protagonizado por el vicegobernador Gabriel
Mariotto, quien cuenta con el apoyo decidido tanto de Cristina como de
los diputados Carlos Kunkel y MartĆn Sabbatella, el piquetero chavista
Luis D'ElĆa y otros que se creen integrantes del ala mĆ”s izquierdista
del conjunto gobernante. A juicio de Ć©stos, Scioli es un "neoliberal",
un amigo de "las corporaciones" y de Moyano, o sea, un "traidor" en
potencia que estĆ” esperando el momento de romper con la presidenta.
Hasta ahora, Scioli ha preferido no reaccionar frente a tales afrentas,
pero son muchos los peronistas que suponen que tarde o temprano tendrĆ”
que hacerlo.
Los motivos por los que los kirchneristas mƔs fogosos quieren
hundir a Scioli no constituyen un misterio. AdemƔs de ser muy distinto
su estilo amable y dialoguista del adoptado por Cristina y sus Ćntimos,
que parecen convencidos de que tolerancia equivale a debilidad, desde
hace algunos meses Scioli tiene un Ćndice de aprobaciĆ³n superior a aquel
de Cristina, lo que en buena lĆ³gica deberĆa hacer de Ć©l el hombre
indicado para ser el candidato presidencial del oficialismo de cara a
las elecciones del 2015. Puesto que en nuestro paĆs el presidente suele
actuar como un monarca casi absoluto, Mariotto, Kunkel y los demƔs
entienden muy bien que no tendrĆan ningĆŗn lugar en el esquema que se
formarĆa en torno a Scioli en el caso de que se trasladara de La Plata a
la Casa Rosada, de ahĆ su voluntad de apostar a una reforma
constitucional destinada a legitimar la segunda reelecciĆ³n de Cristina.
Dadas las circunstancias, la opciĆ³n mĆ”s realista frente al oficialismo
consistirĆa en respaldar las aspiraciones de Scioli, pero, bien que mal,
en nuestro paĆs no rigen las mismas normas que en las democracias
consolidadas.
Sea como fuere, a menos que para sorpresa de muchos "el modelo"
se recupere muy pronto del bajĆ³n actual, Scioli lleva las de ganar en
este conflicto que tantos problemas estĆ” provocando. Las cualidades que
parece poseer –tranquilidad, sensatez y una capacidad asombrosa de
soportar crĆticas malintencionadas sin enojarse– serĆan las que buena
parte de la ciudadanĆa quisiera ver en sus gobernantes si el paĆs cayera
en una crisis econĆ³mica caĆ³tica luego de varios aƱos de crecimiento
rƔpido. Asimismo, Scioli se ve beneficiado por los ataques constantes
de los kirchneristas mĆ”s vehementes porque una proporciĆ³n significante
de los bonaerenses cree que las deficiencias de su gestiĆ³n se deben a
los intentos de Mariotto y compaƱĆa por sabotearlo. Puede que, como nos
recuerdan con frecuencia los soldados de Cristina, sea absurdamente
temprano hablar de candidaturas presidenciales, pero de todos los
aspirantes previsibles al sillĆ³n de Rivadavia, por ahora Scioli es
claramente el mĆ”s prometedor, razĆ³n por la que sus "compaƱeros"
kirchneristas estƔn procurando hacerlo tropezar.