Afirma que los chicos que la causan o sufren padecían otro problema psicológico no atendido y que ocasionó esta alteración de la conducta.
Buenos Aires (Télam) > El psicoanalista Fernando Osorio, autor del libro "Bullying. Matón o víctima ¿cuál es tu hijo?" (editado por Urano) propone una revisión crítica del acoso escolar que se ha instalado de manera errónea como una epidemia incontrolable que asola a los colegios.
Osorio señala que la mayoría de los episodios de violencia y hostigamiento que se registran en los colegios no califica como bullying.
Un grupo de preadolescentes ataca con navajas a una compañera de aula cuya única infracción es la portación de una belleza sugerente; un niño muere luego de la terrible golpiza a la que lo someten sus compañeros de grado; harta de las burlas y el ensañamiento, una niña le plantea a sus padres que ya no quiere ir a la escuela. (Ampliar en más información)
Relatos de este tipo que cada vez con más frecuencia circulan por los medios y redes sociales confluyen licenciosamente en un diágnóstico de bullying que, tal vez alimentado por las coincidencias superficiales con la sintomatología de esta nueva entidad psiquiátrica, camufla los verdaderos disparadores del problema y retarda la búsqueda de soluciones.
"No todo lo que pasa en las escuelas vinculado desde el punto de vista de la violencia y acoso es bullying. Se está haciendo una lectura epidemiológica, entonces todo lo que ocurre en el ámbito escolar es rápidamente categorizado como bullying, aunque estos casos representan un porcentaje mínimo dentro de las problemáticas educativas", explicó Osorio.
Si bien la terminología que lo enuncia actualmente aportó aires de novedad, el bullying –que aparece categorizado como un tipo de dinámica grupal particular que se desarrolla en el ámbito escolar– es un fenómeno de larga data que hasta hace unos años se conocía como "maltrato escolar entre compañeros de escuela".
En el libro Osorio disecciona los aspectos de la crianza que complican la conducta de los chicos. "Cuando se evalúa a un joven que sufre o causa esta problemática, se puede descubrir que previamente padecía otro trastorno psicológico que no fue atendido y que posiblemente causó una alteración de la conducta", analizó.
"Para que un chico se convierta en víctima o sometido dentro de un grupo escolar tiene que haber habido algo de la crianza que lo posicione en ese lugar. Los niños aprenden lo que viven, por lo tanto si un sujeto se transforma en una víctima de sus compañeros es porque algo de la crianza se jugó fuertemente para posicionarlo en ese lugar", explicó el psiconalista.
"Ese alumno reproduce en contextos sociales algo que aprendió sin querer. Y eso no quiere decir que reproduzca literalmente una vivencia: un sometido en el colegio no necesariamente fue sometido en su hogar, de la misma manera que es incorrecto pensar que un abusador fue previamente abusado o que un violento fue violentado", aclaró Osorio, autor de obras como "Violencia en las escuelas" y "Usos y abusos de drogas".
Graduado en la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Osorio indica que el bullying se desarrolla si hay al menos cuatro actores involucrados: un sujeto maltratador o victimario, un sujeto sometido o víctima, un sujeto colaborador o encubridor y un sujeto testigo no participante.
"Todo depende de las posiciones de crianza que se desarrollen, pero es probable que si un chico pequeño tiene problemas atencionales (y es tratado desde el punto de vista psiquiátrico como un déficit atencional) exhiba un síntoma previo que anticipe que es un chico con tendencia a desconectarse del entorno por alguna razón y que va a ser fácilmente maltratado y excluido", señaló.
"A veces, la única respuesta que recibe ese chico es el cambio sistemático de escuela hasta encontrar una que lo soporte, o bien el pediatra lo deriva al psiquiatra que lo medica con algún estabilizante de la conducta y el humor", explicó Osorio.
